sábado, 3 de octubre de 2015


 El Hijo de Sam, David Berkowitz, 




Terror en Nueva York
Julio de 1977, una ola de calor azota Nueva York, mientras un asesino en serie deambula por las calles buscando parejas a las que matar. Max Factor crea una nueva crema hidratante: Autodefensa. "Una cara bonita no está a salvo en esta ciudad", decía el eslogan. En plena psicosis colectiva se produce un apagón de 25 horas que convirtió al 13 de julio de 1977 en la "Noche del Terror". Oscuridad, saqueos en los comercios, los barrios negros e hispanos en llamas y un asesino en serie suelto, cuyo retrato robot empapela la ciudad.
Los crímenes empezaron el 29 de julio de 1976, pero hasta después del cuarto tiroteo nocturno contra parejas no se dieron cuenta de que había un asesino en serie suelto en la ciudad de Nueva York. Se trataba de un hombre que por la noche se solía acercar a parejas de novios o de amigas que estaban dentro de un coche aparcado y, sin mediar palabra, vaciaba el cargador de una pistola del calibre 44. 

Usaba una Charter Arms Special Bulldog .44
En enero de 1977, un irlandés, el sargento Coffey, fue el primero que se dio cuenta de que los cuatro primeros ataques contra parejas eran obra de un mismo psicópata, que buscaba a morenas atractivas. Por entonces, ya había dos chicas muertas y otras tres personas heridas. Dos meses después, en marzo de 1977, con la muerte de la tercera víctima del asesino de parejas se disiparon las dudas, tras descubrirse que la última bala había sido disparada con la misma pistola que mató a la primera víctima: una Charter Arms Special Bulldog del calibre 44. Los investigadores informaron entonces a los medios de comunicación, que bautizaron al criminal como el "Asesino del Calibre 44". Buscaban a un hombre blanco, de unos 25- 30 años, pelo oscuro, 1,80 metros de estatura, y constitución media, que había disparado contra varias personas en la ciudad de Nueva York.
En abril de 1977 se produjo el sexto tiroteo contra una pareja de novios y en esta ocasión el criminal dejó una nota dirigida al policía que estaba a cargo de las investigaciones, dolido porque éste había declarado que el asesino odiaba a las mujeres. La nota iba firmada por "Sam's Creation .44", así que la prensa ya tenía un nuevo nombre para el criminal: "El Hijo de Sam". Los psiquiatras elaboraron entonces un perfil de asesino que le describía como un esquizofrénico paranoide solitario, que tiene dificultades para relacionarse sobre todo con las mujeres. Encantado con su popularidad, el asesino envió poco después otra carta a un periodista del Daily News en la que avisaba que volvería a matar. "Sam es un tío sediento. No me dejará parar de matar hasta que esté saciado de sangre", decía entre otras cosas. 
Un nuevo tiroteo en junio de 1977 logró que el terror se apoderara de la ciudad. 

El chiflado de Yonkers

Mandaba anónimos a sus vecinos de Yonkers
Mientras dos centenares de policías intentaban descubrir la identidad del asesino en serie de Nueva York, la policía de Yonkers investigaba las andanzas de un chalado que enviaba anónimos. 
Sam Carr, un jubilado que vivía en Yonkers con su familia, empezó a recibir anónimos quejándose de los ladridos de su perro Harvey, un Pastor Labrador negro. La última nota decía que el animal estaba destruyendo su familia, que no tenía paz ni descanso y acusaba a Carr de crueldad, egoísmo y falta de consideración y amor hacia los demás seres humanos. "Ya no tengo nada que perder, puedo ver que no habrá más paz en mi vida o en la de mi familia hasta que acabe con la tuya", añadía la misiva. Carr avisó a la policía y días más tarde, en abril de 1977, oyó un disparo y vio a un hombre huyendo y al perro sangrando en el patio de la casa. 
Posteriormente, otro vecino de Yonkers, Jack Cassara, recibió una extraña carta en su casa de New Rochelle firmada por un desconocido Sam Carr. Cassara se puso en contacto con Carr y hablaron de los anónimos, del disparo al labrador y del Pastor Alemán de Cassara, al que habían matado a tiros. El hijo de Cassara llegó a la conclusión de que podía tratarse de David Berkowitz, un joven extraño que había alquilado una habitación en su casa a principios de 1976 y que se marchó sin dar explicaciones y sin reclamar la fianza.
Mientras tanto, Craig Glassman, un enfermero vecino de Berkowitz, empezó, también, a recibir anónimos que hablaban sobre la existencia de un grupo demoníaco en Yonkers integrado por los Glassman, los Carr y los Cassara. "Es verdad, soy el asesino, pero los crímenes están bajo tus órdenes", ponía en una de las cartas recibidas por el enfermero. 

La captura

Retrato robot del asesino
Días después del asesinato de Stacy Moskowitz, la última víctima del Hijo de Sam, apareció una mujer en una comisaría que decía haber visto al asesino. Cecilia Davis se fijó en un hombre que cogía una multa de un Ford, aparcado al lado de una boca de riego, y que la tiraba a una alcantarilla. Después, mientras paseaba con su perro la madrugada del 31 de julio, volvió a fijarse en ese mismo hombre que aparentemente la perseguía y que intentó ocultarse tras un árbol, cuando ella giró la cabeza. Pensó que escondía una pistola y corrió a encerrarse en su casa. Los agentes empezaron a investigar las multas expedidas en la zona y se encontraron con un Ford, propiedad de un tal David Berkowitz de Yonkers. Entonces, se pusieron en contacto con la policía de Yonkers que relató las sospechas sobre su participación en tiroteos caninos y envío de anónimos. El 10 de agosto de 1977 detuvieron a Berkowitz cuando salía de su casa, reconoció inmediatamente que era el Hijo de Sam.

Confesiones
Berkowitz confesó todos los crímenes atribuidos al Hijo de Sam, a los que añadió el apuñalamiento de una chica de 15 años el 24 de diciembre de 1975, antes de comprarse la pistola. Parecía que en el fondo estaba deseando que le cogieran y se mostraba sonriente ante la prensa. Confesó también que antes de empezar con los asesinatos había provocado cerca de dos millares de incendios en la ciudad, cuyas descripciones recogía en su diario. Era una señal de peligro que pasó desapercibida. La piromanía es uno de los vértices que conforman la Tríada Homicida, los tres rasgos o señales que suelen distinguir a los asesinos en serie antes de que empiecen a matar: Hacerse pis en la cama hasta una edad poco habitual (Chikatilo), disfrutar torturando a animales (Ian Brady) y la tendencia a la piromanía.
Durante el juicio declaró que sólo cumplía órdenes del Pastor Labrador de Carr, que estaba poseído por un demonio de 6000 años, y que con sus ladridos le ordenaba matar porque necesitaba víctimas para sus sacrificios.
Los psiquiatras de la defensa dijeron que era un esquizofrénico paranoide y los de la acusación consideraron que era imputable, aunque tenía una personalidad neurótica y paranoide. Finalmente, el 23 de agosto de 1977 le condenaron a 365 años de cárcel por los crímenes.

El Hijo de Sam en 2003
Posteriormente, en 1979, Robert Ressler, un ex agente del FBI especializado en perfiles psicológicos de criminales, se entrevistó con Berkowitz en la cárcel. El asesino le empezó a hablar nuevamente de los ladridos del demonio, pero acabó cambiando de versión después de que el agente le dijera: "A mí no me vengas con esa chorrada del perro, David. No me la trago". Berkowitz dijo entonces que la historia de los perros endemoniados se la había inventado para pasar por loco en caso de que le detuvieran y que eran simples invenciones para la prensa. Explicó que odiaba a las mujeres porque su madre le había abandonado y porque con las demás, era incapaz de entablar relaciones. Se excitaba persiguiendo y disparando contra las chicas guapas y al acabar el tiroteo o cuando volvía al lugar del crimen para recordar sus hazañas, se masturbaba, según le contó a Ressler.
Posteriormente, en 2002, cuando se presentó ante un juez que debía decidir sobre la posibilidad de concederle la libertad condicional, volvió a su primera versión y dijo que creía que no se merecía la libertad y que cuando cometió los crímenes estaba fuera de control, convencido de que era un soldado bajo el mando del demonio.


http://www.adeguello.net/ade2006mayo6.htm

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